Luz Nocturna.

Inconscientemente estamos grabando cierta forma de ver emocionalmente, asistimos constantemente a formar una idea de lo que sucede y que en el  futuro plasmamos con los recuerdos.  El arte es el acto final de un hecho ya consumado, es por eso que nunca cambiará nada, representa siempre el pasado. La luz  de ese tiempo dejó cierta tonalidad en nuestra mente inmadura, fue perfilando nuestra forma de sentir  con trazos que nuestra mirada inocente iba filtrando. A través de la fotografía se ha influido en nuestra imaginación hasta el punto de modelar  también  los recuerdos. Con el arte de la luz, la expresión de la fotográfica se volcó  en la exploración  de nuestras emociones, representamos  nuestra propia historia y construimos otras  nuevas, desconocidas. En lo más recóndito de mi memoria hay penumbras nocturnas  anteriores   a la ubicua iluminación total. Las lámparas daban luz aquí y allá, colgadas sobre las paredes de nuestras moradas, ubicadas  en el lugar exacto, donde  no impedían  ver las estrellas de la noche. Las primera  visita a la ciudad, la iluminación de sus noches,  rompió  esa forma de observar, hacia lo que más tarde nos volvería a recordar el celuloide fotográfico. La forma de manejar la luz cambió nuestra manera sentir, hasta nuestra naturaleza.